Esta laguna con 200 hectáreas de superficie está enclavada en el fundo del mismo nombre, a 175 kilómetros de la ciudad de Los Ángeles y cerca de la frontera con Argentina. Perteneció en un momento a Endesa y ahora es parte de una comunidad pehuenche. Su nombre proviene de una formación en el medio de la masa de agua que, a lo lejos, da la apariencia precisamente de ser un barco.
Aguas transparentes y puras, gran abundancia de peces y un paisaje que emociona y sorprende son las recompensas para los atrevidos aventureros que han logrado llegar hasta estos parajes.
Solo existen tres formas de llegar a ella: a pie, a caballo o en un gran 4×4 debido al mal estado de los caminos y diversos cruces de ríos que se deben efectuar. En sus alrededores existe un camping administrado por pehuenches cuyo valor es de $2.000 al día.
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